jueves, 7 de agosto de 2014

Israel: Ya no una «isla»

Por DAVID BROOKS





















Es asombroso cuánto de la discusión de la guerra de Gaza se fundamenta en el supuesto de que aún es 1979. Se fundamenta en el supuesto de que el conflicto israelí-palestino es una lucha contenida en sí misma, dirigida por las dos partes involucradas más directamente. Se basa en la suposición de que el horror podría ser detenido, si tan sólo diestros negociadores pudieran alcanzar un «avance» y una senda hacia un acuerdo de dos Estados. 

Pero, no es 1979. Las categorías mentales de la gente pudieran estar atascadas en el pasado, pero la realidad ha seguido adelante. La violencia entre Israel y Hamás, que controla Gaza, pudiera parecerse superficialmente a campañas pasadas, pero el contexto a su alrededor se ha transformado.

Lo que ha ocurrido, por supuesto, es que Oriente Medio ha empezado lo que Richard Haas, del Consejo de Relaciones Exteriores, ha llamado su Guerra de los 30 años: una serie de choques y guerras por representación que se superpone y que pudiera continuar por décadas y transformar identidades, mapas y los contornos políticos de la región.

La rivalidad entre sunitas y chiítas está a todo lo que da. Desgarrada por violencia sectaria, Irak ya no existe en su vieja forma.

La rivalidad entre autoritarios árabes e islamistas quema. Más de 170.000 sirios han muerto en una horrenda guerra civil, incluidos 700 en tan sólo dos días, hace dos semanas, mientras el mundo estaba atento a Gaza.

La rivalidad entre sunita y sunita también está que arde. Arabia Saudita, Qatar, Turquía y otras naciones atraviesan por una guerra fría, enviando a representantes que distorsionan casi cualquier tensión en la región.

La rivalidad saudita-iraní también bulle con fuerza, a medida que estas dos potencias maniobran por la hegemonía regional y contemplan una carrera armamentista de tipo nuclear.

En 1979, la situación israelí-palestina era fluida, pero el mundo árabe a su alrededor estaba relativamente estancado. Actualmente la región circundante es un caldero de cambio convulsivo, al tiempo que el conflicto israelí-palestino es un repetitivo más de lo mismo.

Aquí está el resultado: Las grandes convulsiones regionales son sucesos que guían, incluido el conflicto en Gaza. El conflicto israelí-palestino se ha convertido sólo en un escenario sobre el cual se están expresando los choques regionales en el mundo árabe. Cuando las potencias de Oriente Medio chocan, atacan a Israel para ganar ventaja sobre cada cual.

Miren cómo fue atizada la lucha actual en Gaza. Autoritarios e islamistas han estado librando una lucha por el control de Egipto. Después de la «primavera árabe», los islamistas ganaron brevemente la ventaja. Pero, cuando cayó el Gobierno de los Hermanos Musulmanes, los líderes militares aplicaron una represión. Condenaron a muerte a cientos de integrantes de la clase dirigente de la Hermandad. Aunado a esto, cerraron casi 95% de los túneles que conectaban a Egipto con Gaza, donde Hamás tiene el poder.

Como era su propósito, el movimiento egipcio fue devastador en términos económicos para Hamás. Este grupo derivaba 40% de sus ingresos fiscales de aranceles sobre bienes que fluían a través de esos túneles. Un economista estimó que las pérdidas económicas ascendían a 460 millones de dólares anuales, casi un quinto del PIB de Gaza.

Hamás tenía que ponerle fin a ese bloqueo, pero no podía atacar a Egipto, así que atacó a Israel. Si Hamás pudiera surgir como el heroico combatiente en un duelo a muerte en contra del Estado judío, si las pantallas de televisión árabes estuvieran llenas de civiles palestinos muertos, entonces la indignación popular obligaría a Egipto a levantar el bloqueo. Parte del punto eran las bajas civiles.

Cuando Mousa Abu Marzouk, el subjefe de la oficina política de Hamás en El Cairo, descartó una petición para un cese el fuego, formuló una pregunta retórica: «¿Qué son 200 mártires comparado con levantar el asedio?».

El eminente periodista israelí, Avi Issacharoff, resumió la estrategia en el «Times de Israel»: «No se confundan, Hamás sigue comprometido con la destrucción de Israel. Sin embargo, está disparando cohetes a Tel Aviv y enviando terroristas a través de túneles al sur del país mientras apunta, esencialmente, hacia El Cairo».

Todo este conflicto tiene la sensación de una guerra por representación. Turquía y Qatar están apoyando a Hamás con la esperanza de obtener la ventaja en su rivalidad regional con Egipto y Arabia Saudita. En secreto, los egipcios e incluso los sauditas están apoyando o impulsando a los israelíes, abrigando la esperanza de que la fuerza israelí debilite a Hamás.

No tiene sentido ya ver el conflicto israelí-palestino como una lucha independiente. Este, como todo conflicto en la región, tiene que verse como un pedazo de la mayor Guerra de 30 años. Sería agradable que Israel pudiera retirarse de Gaza y Cisjordania y se amurallara fuera de esta guerra, pero eso no es posible. Ningún forastero puede dirigir o entender este complejo proceso histórico, pero Israel dejó de ser una «isla» en la región y, como Estados Unidos, será llamado a cuando menos debilitar a algunos de los actores más radicales, como el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y Hamás.

En 1979, la disputa árabe-israelí parecía un choque de civilizaciones, entre una democracia occidental y una autocracia de Oriente Medio. Ahora, el conflicto árabe-israelí parece un pedazo de un choque dentro de la civilización árabe, sobre su futuro.

Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com

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